El limón, el más ácido de los cítricos, es un tesoro para la cocina y para nuestra salud: aporta múltiples vitaminas y minerales. Estimula el hígado por lo que ayuda a eliminar toxinas, además de aumentar los movimientos peristálticos de los intestinos y favorecer la digestión, además de ayudar a prevenir y disolver piedras en la vesícula y en el riñón y es un poderoso bactericida.

Su alto contenido en vitamina C y flavonoides ayuda a reforzar el sistema inmunológico y prevenir de las enfermedades respiratorias.
Además, tiene propiedades estéticas: se usa para blanquear las manos, para desodorizar las axilas, para dar brillo y suavidad al pelo, en mascarilla para la cara o como aceite esencial en perfumería.

Se usa en multitud de platos y su zumo evita que se oxiden frutas y verduras frescas.